Dios ha dado a los padres la responsabilidad de criar a los hijos; estano es la responsabilidad de los abuelos, de las escuelas, del estado, de grupos juveniles, ni de los compañeros y amigos. Aun cuando cada uno de estos grupos pudiera ejercer influencia sobre los niños, en última instancia, el deber y la responsabilidad descansan sobre los padres.
Se necesitan dos cosas para la apropiada enseñanza de los hijos: UNA ACTITUD CORRECTA Y UN FUNDAMENTO CORRECTO.
Una atmósfera permeada con crítica destructiva, condenas, falsas expectativas, sarcasmo, intimidación y temor, provocará a ira al niño. En una atmósfera semejante, no se podrá ofrecer enseñanza sana alguna.
La alternativa positiva sería una atmósfera rica en ternura, entusiasmo, amor y disciplina. En una atmósfera así, los padres pueden edificar las vidas de sus hijos sobre el fundamento del conocimiento de Dios.
Julie Roy González G.
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